domingo, septiembre 15, 2013

Explicaflexión. (21-08-2013)


Ayer por fin, bueno, ayer por fin, hace escasamente 5 horas, han terminado los 3 días de fiestas del pueblo. Como dice Leo Harlem, con cierta edad, a las fiestas de tu pueblo no vas a divertirte, vas a sobrevivir.

Fiestas de descontrol, desenfreno, fresco, comida y rancheras mezcladas con Barricada hasta el amanecer.

Las fiestas en honor de la Asunción de la Virgen, las fiestas más populares en toda España, yo me pregunto cómo puede haber orquestas suficientes para dar servicio a todos los pueblos de España (o prácticamente el 80%) el mismo día.

Pero eso es otro tema, yo quería contaros algo que ha sucedido y que todavía no sé si me sorprende o si me parece lo más normal del mundo y debo confesar que puede que a mí también me ocurriera…

…en tiempos…

                               …como dice mi abuela.

En “Maldito Naranjito” dicen que nuestros hijos nunca entenderán la relación que existe entre un boli bic y una cinta de cassette, pues eso es lo que me pasó.

Organicé, con ayuda, claro, una Gymkana para los niños. Cuando los tuve reunidos en la plaza del pueblo cual flautista de Hamelín (que me compré una trompetilla), les digo “vamos a hacer una Gimkana”:

                               ¿y que es una Gymkana?, me pregunta una niña, pues me quedé un poco en blanco, no te pienses, total, que se lo explico y me quedo pensando, que con 8 años ya sabía yo lo que era una gymkana, una búsqueda del tesoro y leer la hora en el reloj de manecillas sin números, que esa es otra, la tablet, el sillyphone  y los 200 canales de la TDT no tienen misterios para los niños, pero lo de leer la hora es otro cantar. Será por aquello de los estímulos o la simple evolución humana. Mucho más práctico saber poner el juego de turno, que interpretar la posición de las manecillas para saber cuánto falta para terminar la digestión, que total, le preguntas a Siri y ya te lo dice “ella”.

                               ¿Y que nos váis a dar de premio?

                               Un flax

                               ¿Un flax? ¿Qué es un flax?

Y claro, se lo explicas, les hace poca gracia, más bien, no les hace ninguna gracia, pero a la gente de tu quinta que hay alrededor les llena de ilusión comerse uno.

 

Es como el otro día que me pregunta mi sobri ¿Qué es un e-mail?, en fin, la vida nos ha preparado para contestar preguntas como ¿de dónde vienen los niños? O ¿Por qué son malas las drogas, mami?, pero no nos ha preparado para contestar ¿Qué es un e-mail? Vale, estás ahora mismo pensando pues más o menos “Un e-mail es una de las primeras formas de comunicarse entre personas por  ordenador, es como mandar una carta normal, pero también puedes poner fotos, se usa más en los trabajos” que fue lo que yo contesté, y viendo la cara de estupefacción de la pobre niña, pensé en hablarle del Messenger, pero al final le dije “Es como el whatsapp, pero por el ordenador”, mudo la expresión, sonrió y la vida volvió a ser fácil.

El año pasado le regalé una goma de saltar con toda la ilusión del mundo, pero aquello resultó un fiasco, no me acordaba de ningún baile, asique no pude enseñarle ni compartir con ella lo bien que me lo he pasado yo jugando a la goma.

Al terminar la gimkana, nos calló un tormentazo, al anochecer se fue la luz y ese fue el momento álgido. El niño le pedía por favor a la tormenta que trajera la electricidad y la niña estaba cabreada con los rayos. No era miedo a la tormenta, era no saber que hacer sin electricidad, sin tele, sin usar los móviles, la consola. Todo se les tornaba estéril y aburrido, ¡¡con lo bien que me lo pasaba yo cuando se iba la luz!! Que jugaba a hacer un campamento con mi hermana, y a las sombras chinas y contábamos historias, y yo lo intenté todo, pero nada funcionó.

Sólo funcionó que volviera la luz.

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