sábado, septiembre 08, 2012

Re(flex)quiem

L
Ya no la voy a volver a ver.
 Cada vez que lo pienso se me hacen los ojos un nudo y se me llena la garganta de lágrimas… y al revés.
La conocía desde hace sólo 5 años, pero ella no me llegó a conocer nunca, aunque sonreía cuando me veía.
Encontrar consuelo siempre es difícil, “Es ley de vida”, “Ahora ya está con los demás”, “Ahí arriba”, “En las estrellas”… Nada de eso parece servir,a mi me sirve pensar en lo que has vivido con esa persona y darse cuenta de que vivir hasta los 90 años es una proeza (aunque su memoria no funcionara desde hace tiempo).
Cuándo mi bisabuela murió (soy afortunada, conocí a una bisabuela), yo debía de tener la misma edad que ahora tiene mi sobrina, que acaba de perder a su bisabuela. La diferencia es que a ella todavía le queda otra. Por ello, hay que estar contentos, nuestros abuelos cada vez viven más y viven mejor, nuestros padres cada vez viven más y viven mejor y eso nos da la oportunidad de atesorar recuerdos… porque una persona no se muere mientras el recuerdo siga dentro de ti.
Ya he dicho en alguna ocasión que en ciertos aspectos de la vida, como este “los ateos estamos dejados de la mano de Dios”. Los creyentes mantienen la esperanza y eso hace el duelo más “fácil”… yo me he tenido que inventar lo de “atesorar recuerdos” para poder llevar el mal trago de la muerte de un ser querido.
Yo no necesito esperar a morirme para volver a ver a esa persona, sólo tengo que cerrar los ojos (es una forma eficaz de activar el hipocampo) y acordarme de cuando sonreía, de cuando todavía hablaba y decía “joder”, del punto infinito, de cuando le contestaba al televisor, de cuando andaba sin bastón.
Y quedarme con el cariño que por ella tenía su nieto, de lo pendiente que siempre estaba y al final… resulta que a mi también se ME ha muerto una abuela.

(Se me llenan los ojos de lágrimas)