Ayer fuimos al cine, y como con esto tiempos que corren hay
que pensárselo muy mucho a la hora de ir, elegí una película que me saliera
rentable, esto es 3 horas. Total, en el cine, tienes que pagar lo mismo haya
costado lo que haya costado la producción o el tiempo que dure o cuan buenos
sean los actores (quizá esta es otra de las muchas razones por las que el cine
está de capa caída).
Por este motivo yo ya ni me acuerdo de cuál fué la última
peli que fui a ver al cine, tenía ganas de ir como ganas tengo de volver a la
Vogue (Fuenla). Mirábamos a nuestro alrededor y nos decíamos susurrando “¿Te
acuerdas de la primera vez que quedamos?” “Fue en este cine”… como dos viejos en Matalascañas recordando su
luna de miel.
La cosa ha cambiado muchísimo, pero las palomitas siguen
costando un riñón. Ayer íbamos a lo grande asique había que coger palomitas,
que me hubieran salido gratis si las hubiera recogido del suelo, porque creo
que no barrían desde la matinal del miércoles.
Ese suelo si que era la muestra viva de cómo malgastar el
dinero y no las rotondas de Navalcarnero. Digamos que en un cubo caben… mmng, no
se, 300 palomitas extremadamente saladas, ¿mucho, poco?, y el cubo con el
refresco extremadamente acuoso cuesta casi 9 euros. Prorrateando la cocacola en
polvo con agua del canal, sale cada
puñado por 30 céntimos. Pues en el suelo había palomitas como para hacerse un
adosado con piscina.
Ni fuimos a verla en 3D, ni en la fila de estirar las
piernas (que ahora es más cara), ni en pantalla IMAX, nada, nada, normalito
todo y nos salió la tarde por 27 euros. Luego no me extraña que los jóvenes se
queden embarazados, sale mucho más barato ser madre adolescente. Quedarse y
criar al crio todo junto, hasta el día en que te pide para ir al cine.
Muy atrás quedan esos tiempos en los que por 500 pesetas (3
euros para los post-modernos) íbamos al cine andando, que ahora hay que coger
el coche e irse a un polígono industrial (como los adolescentes primerizos),
nos costaba la entrada 300 pesetas si llegaba y por menos de 1 euro teníamos
las palomitas (en su punto de sal) y el refresco (extremadamente acuoso).
Que esos tiempos ya pasaron lo sé desde que escucho a Eminem
en M80.
La pelí esta muy bien, salvo porque es la historia de
siempre en la que el negro se sacrifica y muere por la humanidad, el blanco vuelve
a por la chica, aunque no le haya hecho tilín en toda la película porque ella es
una enamorada abnegada y su amor está a años luz conquistando mundos y que haya un malo malísimo prepotente cegado por la
codicia humana y el instinto de supervivencia. Lo que yo me pregunto es cómo
las bombonas de oxigeno esas de mochila duran 124 años. Pero aparte de eso, y
lo de los mundos en 5 dimensiones en los que puedes masticar el tiempo, todo lo
demás está muy bien. Además, como la chica tiene pelo corto, nadie dirá que el
efecto de la ingravidez está muy mal conseguido porque no se le mueve la cola
de caballo como a la Bullock.
Cuando yo pagaba las entradas a 290 pesetas (150 pesetas el
día del expectador), los traileres servían
para decidir que ver a la semana próxima o al mes siguiente, porque íbamos una
vez a la semana al cine. Ahora sirven para elegir películas que bajarse por
internet y lo se porque siempre hay alguien que dice en alto lo que los demás
estamos susurrando “Esa me la bajo”.
Vete a verla, pero ahorra, deja por el camino buenas
historias, que no merece la pena ser pagadas tan caras y engrosa la lista de
taquillazos.
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